Sofía va y viene por el bar, mientras manos desconocidas se acercan estrechas hacia la humanidad de su padre, Cristian, a quien le agradecen “por todo”. Por el sacrificio, por la alegría de haberlos llevado al cielo cuando el primo yace en las profundidades de un Federal A, lejos de Primera, el nuevo hábitat de Atlético. El gracias de los NN no suena a despedida, todo lo contrario; es un pedido para subir a otro nivel de gloria. Sin embargo, la sonrisa diplomática del agasajado encubre lo que realmente le pasa por la cabeza.
Está viviendo una especie de guerra interior Lucchetti, el cerrojo del arco “decano” en la B Nacional y puntal del campeón de una divisional que ya quedó en el espejo retrovisor del pasado. “Desde los 15 estoy fuera de Mendoza y ahora a los 37, no es una decisión absolutamente mía. Está mi familia que opina, los de Mendoza, los de Buenos Aires; mi esposa, mis hijas. Yo tengo una porción apenas del voto definitivo”, en esa pequeña introducción de la entrevista con LG Deportiva, a Lucchetti se lo veía tan lejos del “decano” como ver a Maradona vistiendo la camiseta de River. Sus palabras destilaban la melancolía de quien se fue joven del pago y que ahora, ya mayor, siente que su corazón no puede mandar ante los requerimientos del entorno familiar.
Pero como si se tratase de una jugada que requería reacción inmediata, el propio “Laucha” apaga el incendio. “No hay nada más importante para mí que ir por cosas importantes con Atlético en Primera, es casi un sueño para mí”, decía, pero insistía: “esto ya es una cuestión familiar”. “Sofí”, su hija menor, de 6 años, y Milagros, de 11, le cierran las especulaciones a la votación. Sus ojos dicen Tucumán y Atlético.
Entonces pasa lo que pasa después de una cumbre en la que todos quieren lo mismo. Lucchetti seguirá en Atlético. Desde la entrevista en aquel bar donde las manos estrechas y firmes lo saludaban pidiéndole más éxito, cuando él parecía tener las valijas listas, todo cambió horas después. “Cuando vine, hace ya tres años y medio, nunca pensé en quedarme tanto tiempo”, reconoce.
Cuando papá Cristian planteó la situación, las nenas no lo dudaron, su mujer tampoco. Lo mejor, por elección y sentimientos era seguir en el “decano”. Si bien “Laucha” extraña su casa materna, haberle dicho que no a la continuidad en 25 y Chile le hubiese provocado una herida difícil de sanar. Y explica por qué. “No tengo ganas de sólo mantenerme con Atlético en Primera. Tengo ganas de pelear por cosas importantes en la categoría. Ese es el desafío que tenemos que plantearnos todos”, reconoce y revela un viejo anhelo que planea renovar.
“Soñaba con ver a Banfield campeón en Primera y lo conseguimos. Ahora me pasa lo mismo con Atlético. Es difícil saber lo que va a pasar, pero tenemos una gran base de jugadores que hay que reforzar para aumentar la jerarquía del grupo y tener variantes. En Primera, el más mínimo error se paga caro, pero si nosotros sabemos lo que queremos, todo será más sencillo”, apunta.
Ya en Buenos Aires, donde posiblemente pase la Navidad, Lucchetti ríe nuevamente sabiendo que su vínculo con Atlético está casi cerrado. A los 37, acepta que el ocaso de su carrera está lejos para él. “No así para mi familia, que me dice ‘basta’, ja. Igual, como digo desde hace tiempo, hay que vivir el minuto a minuto, ser feliz y encarar los desafíos siempre con la frente en alto”.